ANOTACIONES EN UNA VIEJA LIBRETA ESCOLAR QUE NO UTILICÉ EN SU MOMENTO (Parte I)
No sé si, en el momento de escribir sus autobiografías, los escritores de verdad ficcionan sus recuerdos para presentarlos más vívidos. Los míos están desordenados y velados como fotografías sobre expuestas. De todos modos, esto tampoco es una autobiografía, sino más bien una retahíla de recuerdos que le cuento a un terapeuta imaginario que asiente con la cabeza y toma notas con gesto indolente. El primer recuerdo que conservo de un centro escolar debe de ser del jardín de infancia. Recuerdo una hamburguesa más seca que una mierda al sol sobre un plato cuadrado de aluminio y a una señora diciéndome, de muy malas maneras, que me la tenía que comer. Esto fue en Valencia, donde me crié hasta los seis años. La guardería se llamaba Bambi . Lo sé porque me lo han contado más tarde, pero yo sólo recuerdo ese trozo de carne quemada. Creo que, con el paso de los años, mi memoria ha ido distorsionando ese recuerdo hasta convertir aquél comedor en el de una prisión. Tal vez no fuese s